El conflicto en magia
O cómo humanizarnos
Según el diccionario de la RAE
el conflicto es, apuro, situación desgraciada y de
difícil salida. El conflicto pues es algo que nos rodea en la vida
cotidiana, ya sea porque nos afecta directamente o porque asistimos a él como
observadores del infortunio ajeno. Por contra, en el mundo de la magia, la
mayor parte de las veces no existe conflicto, salimos airosos, mostramos
nuestro poder y logramos hacer un efecto sin ningún tipo de problema. El mundo
de la magia es pues, casi siempre una puerta a lo imposible, pero un imposible
de color de rosa.
Si nos fijamos en la literatura,
en las geniales obras de Shakespeare, por ejemplo, el conflicto está presente
siempre. El padre de Hamlet ha sido asesinado por su hermano mientras dormía y
el fantasma se aparece a Hamlet para anunciarle tan horrendo crimen. Macbeth,
se deja llevar y convencer por los cuchicheos maliciosos de su mujer para
asesinar a su primo, culpar a sus guardaespaldas del asesinato y hacerse rey. Pero
no sólo Shakespeare, el Quijote de Cervantes aun siendo una obra cómica está
llena de conflictos, Quijote cree que es un caballero andante, se escapa de su
casa en busca de aventuras que le proporcionan más palos que placer. En el cine
el conflicto está igualmente presente, hasta el punto que sin conflicto no hay
obra. Fíjate que incluso en las películas infantiles de dibujos lo hay. El rey
león es asesinado por su hermano Scar para convertirse en el rey de la manada y
su hijo debe sobrellevar todo el infortunio. Las telenovelas son otro ejemplo
constante de conflicto, de hecho, basan todo su contenido en múltiples
conflictos de los personajes. La muchacha pobre, tiene un secreto que es
descubierto por el señor que a su vez es el malvado y ha cometido un crimen.
Los conflictos pues nos rodean,
no sólo en la vida, sino en la ficción. Lo bueno de la ficción es que, aunque
lo vivamos como si fuera real, en el fondo sabemos que no lo es. El conflicto
en ficción gusta porque el ser humano es morboso, nos produce una sensación de
tensión, es suspense en estado puro, no sabemos cómo el héroe podrá salir
victorioso y ni si quiera si lo logrará, pero queremos verlo, saber la
resolución. En magia, no siempre lo hay, si hacemos un efecto de magia de cerca
como la ambiciosa la carta siempre asciende a la primera posición al pedírselo,
las monedas viajan una a una de mano a mano, adivinamos las cartas elegidas o
logramos que cambien de color al pasar la mano por encima de ella. Pero, ¿y si
decidimos introducir este elemento en alguno de nuestros juegos? ¿Ganará el
juego o se estropeará? Pensemos en algunos ejemplos y respondamos nosotros
mismos a esta pregunta.
Las pizarras espiritistas que
hace Juan Tamariz, por ejemplo. Recordar, él muestra unas pizarras que están
vacías, las deja a la vista cerradas y vigiladas por los espectadores. Luego se
pide a alguien que elija una revista y señale una palabra, pero el espectador
toca una imagen en vez de una palabra. Ahí hay un conflicto, que es creado sin
querer por un espectador produciendo un hecho azaroso que se transforma en el
eje central de la acción. No se eligió
una palabra sino algo más grande un dibujo, ha pasado algo que no estaba
previsto. El espectador piensa ¿qué ocurrirá? ¿Será capaz de hacer el efecto
con el dibujo? ¿Habrá que empezar de nuevo y elegir una palabra? Finalmente, el
mago, logra que aparezca el dibujo elegido, solucionando el conflicto
satisfactoriamente y haciendo que el efecto se revalorice cien por cien. Para
el espectador habrá vivido algo único. Porque recordará no sólo el efecto
mágico en sí, sino la proeza que realizó Juan al resolver el conflicto, a pesar
de la dificultad que se le planteó de manera fortuita.
Otro efecto es el triple
chinchetazo de Carroll. Tres cartas elegidas y perdidas en el mazo, el mago
lanza la baraja y una chincheta contra un panel de corcho y aparece una carta
clavada. Solo una. Hay tensión, hay un conflicto, pues parece un fallo ¿habrá
que recoger la baraja del suelo y volver a tirar la baraja contra el panel?
Finalmente descubrimos que no es así, porque detrás de la carta clavada, están
las otras dos. Se soluciona el efecto y el conflicto. El espectador ha vivido
la magia de lo imposible, clavar tres cartas con una chincheta y ha vivido la
tensión o el morbo de asistir a un posible fallo.
El juego de las 5 cartas de
Kaps, es igualmente un conflicto constante. De un grupo de 5 cartas quitamos
una dama, la dejamos aparte y de pronto aparece entre las otras cuatro que nos
quedan. La quitamos más claramente y vuelve a aparecer. Cada vez nos quedan
menos cartas, y al quitarla, vuelve a aparecer. Finalmente nos queda una única
carta que parece no ser la dama, pero finalmente vuelve a transformarse en
ella. En este caso, el conflicto no se soluciona de manera satisfactoria para
el mago, pues la dama siempre aparece y el mago no logra quitarla. Y además el
conflicto está presentado de manera cómica.
Estos efectos son memorables
para el espectador, por la manera en que los vive, les permite ver que el mago
es humano y puede fallar. El hecho de que algo pueda no salir bien gusta,
porque como he comentado crea suspense y da más sensación de imposibilidad a la
magia.
Mi objetivo con este artículo es
hacerte consciente de esta forma de presentación, podemos hacer efectos de
magia más atractivos y emocionantes provocando aparentes fallos que producirán
más imposibilidad en lo que presentamos. Con fallos no me refiero a que el
espectador hace algo que pueda fallar y nosotros lo arreglamos, sino una
situación en la que la resolución del efecto parezca imposible porque ha
ocurrido algo imprevisto que lo hace imposible.
Existen cuatro tipos de
conflictos; conflicto
con otro personaje, conflicto conmigo mismo, conflicto con el objeto y
conflicto con el entorno.
Conflicto con otro personaje Como bien dice el título, es cuando hay un
conflicto entre el mago y otra persona que nos impide lograr el efecto.
• Puede ser un problema con otro mago en un
espectáculo donde se actúa a medias. Recordemos a Pepe Carroll y Juan Tamariz
cuando hacían de tahúres, en una de esas rutinas Juan Tamariz estaba
constantemente poniendo trabas a José para que perdiera en detrimento del
espectador, en un momento de hecho, mostraba la carta que ganaba, cuando
Carroll no miraba, para que este apostara por ella y ganara. En general, debe
de haber un choque entre los dos actuantes, uno puede ser el héroe y otro el
malo, o ambos los malos o ambos héroes. El conflicto tiene que solucionarse
ganando o uno, u otro, o los dos o ninguno. Cuando hay dos magos puede ser muy
versátil y divertido, da muchas posibilidades al efecto.
• Podemos optar por crear un conflicto con el
espectador y en este caso podemos ser los buenos o ser los malos. Si hacemos un
efecto de habilidad de juego, tipo trilero por ejemplo en el que el mago gana
siempre y el espectador pierde porque no es capaz de dar con la carta que gana,
el espectador es el héroe que tiene que salir victorioso ante el malo que es el
mago que quiere embaucarle. Si al final de la rutina el mago no deja al
espectador ganar, habrá ganado el malo o sea el mago. Todo depende de cómo se
presente la rutina, el carácter afable, pero en el fondo hay que tener en
cuenta que si se da este caso nosotros seremos los malos del conflicto. Puede
darse el caso en que el espectador sea el malo, el que nos ponga en conflicto y
la resolución del efecto este en entredicho. Como bien sabemos este caso puede
darse porque nos encontremos casualmente con un espectador que sea así y haga
algo para tratar de fastidiarnos o forzar la situación para que el espectador
haga algo. Recordemos el efecto del detector de mentiras, se le pide al
espectador que nos mienta en todo para que no logremos el efecto y a pesar de
ello el mago adivina la carta. El efecto en el que el mago y el espectador
cortan cada uno una cuerda y tienen que repararla mágicamente es otro ejemplo.
Todo el mundo piensa que el espectador no lo va a lograr, mientras que el mago
si, al final el espectador corta su cuerda y mágicamente aparece arreglada. El
héroe es el espectador y el conflicto consiste en lograr arreglar la cuerda
apresar de no ser mago.
• Por último, está la opción de la narración
cuando no hay nadie que haga de malo. Puedo optar por contar una historia
representada que narre algo que me pasó con alguien. Nuevamente el ejemplo de
Carroll es perfecto, en su versión de la carta distinta. Él cuenta que se
encontró un trilero que le hizo un juego con ocho cartas iguales y una
distinta. Al final parece que el trilero engaña al mago, pero sale victorioso
cambiando las cartas y mostrando que ha tocado la distinta. Cuando optamos por
la narración, la historia tiene que ser representada como si ocurriera la
acción en ese momento. Si quiero contar la historia de cómo alguien trato de
hacer que fallara en un efecto con monedas, se debe hacer y representar lo que
pasó para que los espectadores lo vean como si hubieran estado allí. No sirve
decir que una vez intente hacer desaparecer un elefante y un espectador me
interrumpió logrando solo haciendo desaparecer la mitad, si no soy capaz de
apoyar lo que ocurrió con hechos.
Conflicto con el objeto. Ocurre cuando un objeto se revela y no nos permite
llevar a cabo la magia.
•
En
la historia magia hay muchos ejemplos de este tipo, puede ser el típico pañuelo
que nunca logra anudarse o que intentemos hacer desaparecer un objeto y en
realidad no desaparezca y cambie de color. En este caso hay que tener en cuenta
que podemos optar por dos caminos que haya solución al efecto y se logre,
conflicto con solución o que no dándose un conflicto perpetuo.
Perpetuo. Es cuando no hay solución, la dama inquieta es
un ejemplo de ello. El pañuelo que no se anuda también. Se hace un nudo a un
pañuelo y se deshace, se vuelve a hacer y se deshace. Cuando se logra hacer el
nudo se mueve solo y se desata, nunca logramos atarlo. Hay que tener en cuenta que,
si se opta por este tipo de conflicto, tiene que haber magia, de lo contrario
se incurriría en un efecto de solo fallos. El conflicto perpetuo debe ser
imposible. Esto es, que el efecto no sea una presentación de fallos constantes
reales, sino unos fallos mágicos. Por ejemplo, si yo hago un nudo en el pañuelo
y se desata solo, hay un conflicto porque el pañuelo se ha desatado de forma
imposible a la vista de todos, con magia. Si yo digo que voy a desaparecer un
pañuelo y cambia de color y cada vez que intento que desaparezca cambia de
color es un conflicto perpetuo y se produce magia, no sólo fallo en la desaparición,
sino que logro que cambie de color. Si digo que voy a cambiar una carta de
color y paso la mano sobre ella y no cambia, no hay magia, hay conflicto pero
no magia. Debe pues haber magia en el fallo.
Conflicto solucionable. Al principio, durante o a la mitad de un
juego, el objeto se revela parece que no va a ocurrir la magia, pero al final
se soluciona. El conflicto puede ocurrir al principio o al final, pero siempre
solucionarse al final. Imaginemos que hay cuatro monedas en la mesa, estas van
atravesando la mesa para caer en un vaso que hay bajo, pero la última no lo
hace. Se muestra claramente en la mano, se golpea contra la mesa, pero sigue en
la mano, se repite y ahí está. Finalmente se golpea una tercera vez y atraviesa
la mesa cayendo en el vaso que hay debajo. Pero puede ocurrir al principio,
imaginemos que queremos hacer una reunión de ases y que el primero se revela y
no quiere viajar, lo intentamos con los otros y si viajan. Para acabar lo
repetimos con el primero, el que no quiso viajar y si lo logramos. En este caso
el conflicto está patente desde el inicio, provoca la emoción, la tensión, la
sensación de fallo y al final, se soluciona.
•
Finamente
podemos optar por la narración al igual que en el punto anterior narrar algo
que nos pasó y como ese objeto se revelo impidiéndonos lograr el efecto.
Lo importante a tener en cuenta en estos
casos, es que el objeto cobra carácter importante y se relaciona con el mago,
esta comunicación debería desarrollarse con diferentes niveles y tensión, ya
que el objeto cobra identidad y es tan protagonista como el propio mago.
Conflicto conmigo mismo. Es cuando hay algo interior en el mago que le
impide lograr el efecto. Ese conflicto interior puede ser patente y explicar por
qué o no explicarlo, simplemente no ocurre la magia. En pues algo dentro de
nosotros que hace que perdamos el control de la magia.
•
Imaginemos
una triple adivinación, Nataly Machado y yo realizamos una adivinación musical,
entregamos unas partituras a los espectadores, ellos eligen libremente una y la
tararean en la mente. Nataly se concentra y de pronto canta una de ellas,
resulta ser la del primer espectador. Al rato se concentra y adivina la segunda,
pero en la tercera no puede, no capta lo que piensa. Ella no explica bien por
qué, pero hay algo dentro que le impide leer la mente del espectador. Se pasa a
un cuarto espectador y ese si se adivina, cuando el efecto parece que ha
acabado y estamos pasando a otra cosa, ella, entra en trance y canta otra
canción, por un momento nadie sabe qué está pasando, pero enseguida todo se
hila y resulta ser la del tercer espectador, la que habíamos fallado. En este
efecto hemos creado el suspense, las adivinaciones no son lineales, demostramos
que puede fallar y resulta incluso más creíble. A si cuando se adivina la que se
había fallado es más potente porque no solo es una adivinación, sino hay una
solución a un problema que ha surgido en escena y ha creado una tensión en los
espectadores. En este tipo de conflicto, además del caso mencionado, puede ser
que el mago olvide las palabras mágicas que logra el efecto y no lo pueda hacer
o qué trate de memorizar una baraja y no recuerde ciertas posiciones.
•
La
narración de una historia igualmente puede usarse para crear el conflicto.
Puedo contar la historia de un mago que perdió los poderes y como los logró
recuperar.
Conflicto con el entorno. Se produce cuando la situación impide el buen
desarrollo del efecto mágico.
•
Este
tipo de conflicto suele darse menos en el mundo de la magia con lo cual es algo
a tener en cuenta por las posibilidades de desarrollo. Como ejemplo podemos
recordar a David Copperfield cuando realiza el efecto de su sierra circular. El
mago está tendido y atado boca abajo en una mesa. Una cuchilla circular,
emulando a la espada de Damocles, está girando, amenazante encima de él. A lado
hay un reloj que marca el tiempo que le queda para poder escapar antes que ésta
caiga sobre él, partiéndolo en dos. Copperfield empieza a a escaparse de sus ataduras,
pero algo falla en el mecanismo de la sierra, saltan chispas y ésta cae partiendo
su cuerpo en dos partes. Aquí está el conflicto, algo ajeno al mago ha salido
mal. El mago sigue vivo a pesar del corte, pero se le ocurre hacer magia, que
el reloj retroceda, las partes de su cuerpo se juntan y aparece entero. Fíjate
que en este caso no es que el objeto se revele, sino que hay algo que falla, la
cuchilla, produciendo algo terrible que el mago se parta en dos mitades. El
efecto del reloj roto y recompuesto es un ejemplo más de este tipo de
conflicto. Yo tengo una versión en la que un reloj prestado, se envuelve en una
bolsa y se coloca debajo de una gran pesa que está atada a una cuerda. Debajo
de la cuerda hay una vela apagada. Se anuncia que el mago se pondrá unas esposas
a la vez que se encenderá la vela bajo la cuerda que sujeta la pesa y deberá
escaparse antes de que la queme completamente y caiga encima del reloj. Pero
algo sale mal y antes de ponerse las esposas la cuerda se rompe y cae en el
reloj rompiéndolo. El conflicto se soluciona haciendo aparecer el reloj en una
caja cerrada. En suma, este tipo de conflicto, es cuando algo ajeno a nosotros
y que no es otra persona surge y resulta un impedimento para la resolución del
efecto.
•
Como
ya apuntamos antes, la narración siempre facilita, sobretodo en magia de cerca
la creación de este conflicto que es más complicado de forzar que ocurra. Yo
puedo hacer un efecto de magia en el que cuento que una vez haciendo un efecto
de memorización de la baraja, para un agente importante que quería contratarme, esta se cayó al
suelo provocando que las cartas se desordenaran produciendo un fallo terrible
ante el agente y haciendo que probablemente no me contraten. Para simular el
efecto que se cayó, puedes hacer una pausa en la narración y darle la baraja a
un espectador para que las mezcle, simulando así el desorden que puede provocar
la caída. Y así ya tenemos el conflicto, has memorizado una baraja, pero ya no
sabes su orden porque se ha caído supuestamente al suelo. El conflicto
originalmente es por causas del entorno, se cayó al suelo, aunque nosotros le
hemos pedido a alguien que las mezcle para no tirarlas al suelo. Luego el mago
a pesar de esto es capaz de repetir el orden en el que han quedado. La
narración siempre facilita, la creación de un conflicto.
Teniendo en cuenta estas ideas, ¿porque no
dotar de conflicto los juegos? Pensemos nuestros efectos y tratemos de añadir
este detalle a lo que hacemos. Probémoslo en público y saquemos nuestras
conclusiones. Según mi experiencia el efecto se revalorizará y será más
atractivo al espectador. Pero recordar que todos los efectos no pueden ser
conflictivos, solo algunos, de lo contrario se abusaría de este recurso.
Nota: Recomiendo encarecidamente leer el artículo Conflictos escrito por el genial Pepe Carroll y que aprece en su libro 52 amantes
Más magia en
www.ferranrizo.com
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